Cementerios

Photo by unknown artist

El cementerio es un lugar extraño.
Miro las lápidas, todas tan iguales. Y sin embargo, cada una con una historia distinta detrás, con una vida que a veces no fue tan larga como debiera. Mensajes repetitivos: el nombre, las fechas, un “no te olvidan” de la familia. A veces, una foto. Mensajes que intentan recordar, hacer vivir para siempre la memoria de alguien que fue, y que nunca más será.

Y flores. Flores secas, flores muertas, como el lugar al que pertenecen, la casa de la Muerte. Intentan alejarla, olvidar donde están, negarla. Incluso ponen flores artificiales. Y sin embargo, de nada sirve.

La muerte reflejada a cada paso, en el olor agrio de las flores marchitas, en las lápidas sin letras, en las tumbas desvaídas, en el silencio imponente.

Y sin embargo, aunque no sirva de nada, auque sólo sean huesos o cenizas lo que queda, ir allí calma, consuela. Ayuda a aceptar, poco a poco, que alguien a quien querías se marchó para siempre, que queda lo que enseñó, los momentos pasados a su lado, los recuerdos. Y que la vida sigue. Aunque acabe, siempre, con la muerte.