Lucecitas brillantes y muy bonitas caían sobre la ciudad, iluminando las calles con sus elegantes colores. Las calles estaban llenas de gente en las aceras y prostitutas en las esquinas.
La vida en la ciudad transcurría como todos los días. En ella, nacían lindos niñitos que eran el orgullo de sus mamás y florecían a la vida los adolescentes. En ella, nacían cada día miles de asesinos de almas y los jóvenes que aprendían el arte de amar en las esquinas, morían de sida a los pocos meses
La ciudad era como cualquier otra ciudad. Grande, deslumbrante, con miles de personas descubriendo la vida por primera vez. Era enfermante, llena de neones, con miles de humanoides inconscientes de la propia muerte en vida que llevaban.
Lucecitas brillantes y muy bonitas terminaron de caer sobre la ciudad, dándole un aspecto todavía más fantasmagórico y surrealista. Las calles, entonces, quedaron cubiertas por la lluvia radiactiva, y tanto aceras como esquinas se llenaron de cadáveres.